El amor es nuestro más grande valor moral, por eso resistir la exclusión es el principal enfoque de nuestro ministerio. Queremos continuar siendo conducto de la fe a través del cual toda persona sea incluida en la familia de Dios y donde todas las realidades de nuestro ser sean bienvenidas en la mesa de Dios.
Ofrecer una comunidad segura y abierta a todas las personas para adorar, aprender y crecer en la fe, es nuestro deseo más profundo. Estamos comprometidas a equiparnos individual y colectivamente para realizar la labor que Dios nos llama a hacer en el mundo.
Ofrecer un mensaje de liberación de los entornos religiosos opresivos de nuestros días, o también, para aquellos/as que están experimentando a Dios por primera vez, es lo que guía nuestro ministerio. Creemos que cuando las personas son invitadas a experimentar a Dios a través de Jesucristo, sus vidas pueden ser transformadas.
Trabajando para hablar menos y hacer más, nos comprometemos a resistir las estructuras que oprimen a las personas y a estar con aquellos que sufren bajo el peso de los sistemas opresivos, siendo guiados siempre por nuestro compromiso con los Derechos Humanos.
Asegurar la transparencia y acceso a los procesos de toma de decisión, de las finanzas y recursos, la disposición a compartir saberes y conocimientos, es la manera de construir comunidad inclusiva y confiable para testimonio de la obra de Dios en esta iglesia y en el mundo.
